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15 octubre 2008

Nº2: Pero mientras cae la lluvia...

Otra idea.  Un sobre-exceso de emotividad humana y un momento de meditación me obligaron a escribir este textito.  No es la gran cosa.  Solo algo para que pensemos en lo mucho que tenemos y lo afortunados que somos por ello.  Empezando conmigo misma...

Pero mientras cae la lluvia...

- ¡Qué rico!   Llueve.  Esta noche puedo descansar y soñar tranquila, dejándome arrullar por las gotas de lluvia que golpean mi techo y me invitan a los brazos de Morfeo.  

Pero mientras yo duermo plácidamente miles de familias permanecen en vela, temerosas de que la lluvia bote la montaña sobre ellos.

- ¡Qué rico dormí!  Pero sigue lloviendo, y ahora debo llevar al perro al baño.  ¡Mierda!  Ahora me voy a mojar. 

Y mientras yo me quejo de salir con una sombrilla en una mano, y la cadena del perro en la otra, una familia despierta con el agua hasta el cuello.

- Diablos…sigue lloviendo y hace un frío terrible.  ¡Qué ganas de quedarme en cama todo el día!  Pero no, debo ir a trabajar.  ¡Y de feria con un aguacero encima!

Mientras me quejo de ir a trabajar bajo un pelo de gato, un hombre mira a lo lejos su lancha destrozada.  La tormenta ha derribado su único trabajo y su único sustento.

- ¡¿Por qué a mí?! Se me han mojado las medias.  Por suerte soy precavida y traigo otro par en el bulto.  Ahora me iré a cambiar, a ver si al menos al final de este día no me resfrío.

Mientras tanto, junto a mí pasa un indigente: él no se queja de que sus pies descalzos estén mojados. Seguro que el frío ya los ha entumido y no los siente.

- ¡Cielos, qué hambre!  Es tardísimo y no he almorzado.  Espero que en la Soda de Generales haya una sopita.  Si no, me voy a Ciencias Sociales, seguro que ahí venden algo caliente para este día congelado.

Mientras yo fantaseo con mis lujos culinarios, una mujer acaricia las motas de cabello de su hijo.  La lluvia se lo ha llevado todo, también la comida.  Ella espera poder comer algo…algún día.

- ¡Qué pereza!  Me quiero ir a mi casa.  Después de este semestre dejo de trabajar.  Tampoco es que me haga falta…

Mientras me quejo de un buen trabajo, un grupo de hermanos mira el pedacito de tierra que les heredó su padre: está inundado, la cosecha se ha perdido.  Ahora tendrán que buscar dónde más trabajar.

- ¡Genial!  No hay clases hoy.  El profesor se enfermó.  Después del trabajo puedo irme tranquila a mi casa.  De por sí me daba pereza estar estudiando con este frío….

Mientras gozo porque el profe se enfermó, en Talamanc los niños esperan que alguien se digne a darles clases.  Pero no, por supuesto.  ¿Quién iría hasta la montaña húmeda a enseñar a unos indígenas?

- Ahora al bus de camino a casa.  ¡Y es hora pico!  Debo apurarme a coger campo cerca de una ventana.  Si no, me toca irme de pie o sentada al lado del pasillo, donde todos los demás me irán golpeando con sus bolsos…

Mientras tanto, un conocido mío espera en una parada de bus.  Ojalá que se encuentre a un amigo para pedirle plata y poder viajar, o que el chofer le regale el pase.  Si no, tendrá que devolverse a su casa bajo esta lluvia porque el bolsillo no le dio para más.

- ¡Al fin, en mi casa!  Ahora a tomar una ducha de agüita caliente, para calentarme de pies a cabeza.  ¡Qué rico estar envuelta en el calorcito del agua después de un día tan terrible y largo como éste!

Y mientras sueño con despilfarrar agua y energía, otros sueñan con tener agua limpia y un bombillito de luz para iluminarse en esta noche.  Al menos hay rastros de luna llena: podrán verla por el hueco que tienen en el techo.

- ¡Maldita ducha!  ¡Se quemó!  ¿Y ahora cómo me voy a calentar los pies?  ¿AHHH?

Y mientras sigo maldiciendo mi suerte, tres niños llenos de hollín en sus caras miran cómo los vecinos intentan salvarles unos muebles.  Su casa, en uno de los tantos tugurios a orillas de la capital, arde en fuego.  Se rumorea que los cables de electricidad se mojaron mucho e hicieron corto circuito.

- Bueno, hora de dormir.  Hoy no cenaré, estoy a dieta. Mejor me acuesto de una vez, y aprovecho las gotas de agua que caen.  Que me arrullen como ayer, sí…

En San José, una señora pide monedas.  Ojalá que le dé para la cena.  No le dio para el almuerzo…Aunque tal vez le convendría comprar un medicamento: si sigue lloviendo, le dará un resfriado.

- ¡Ah! Lo olvidaba, hay que rezar…

“Por mi mamá, por mi papá…a todos cuídanos, Dios…. ¡Y antes que se me olvide: por la lluvia!  Que deje de llover mañana…quiero bañar al perro, y me da lástima mojarlo con este frío.  Amén.”

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