—No sabes nada de mí.—Oh, ¡pero cómo te equivocas! ¡Lo sé todo de los que me rodean! Conozco a mis bocadillos en la cacería, cuando los olisqueo, cuando los devoro. Los conozco incluso ahora que no puedo hincarles el diente. La zorra de tu hija sabe a miedo y esperanza. El doctorcito huele a bondad con un toque amargo de desilusión. La princesa Dragón sabe a lágrimas y dolor. Y tú, bastardo mestizo, profeta maldito, ¡tú hueles a rencor y venganza! ¡Sabes a ira y condena! —La baba espumante de Sigurd se coló por entre los barrotes. El estómago de Darius se encogió ante la sonrisa hambrienta y malévola del demonio—. Sabes a desesperación y miedo, a todo lo contrario al perdón y a la pureza. Sabes a errores y desengaños. Sabes a fracaso. Sabes delicioso.
Quedan invitados a leer el "Capítulo 10 - Despedidas", aquí.
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