Este viernes regresamos al pasado que no pasó. Por un lado estoy satisfecha con llegar a este punto de la historia y llenar ya varios huecos que hasta ahora estaban vacíos. Pero, por otra parte, quiero estar atenta e insistir en un tema que para mí es de suma importancia: las situaciones descritas en este arco son situaciones verdaderamente desagradables. No quiero normalizarlas ni romantizarlas.
Me esforcé en que algunas no llegaran a darse (sino solo a esbozarse sin ser concretadas), y las que sí llegan a darse deben ser cuestionadas. En el capítulo de esta semana, por ejemplo, nos encontraremos con la relación más destructiva hasta ahora presentada en "Los hijos de Aesir". Una situación, además, que involucra a mi personaje preferido. Todavía tengo muchas ideas al respecto que no he podido terminar de encontrar forma de describir, así que si quisieran comentarlo soy toda oídos.
Sabía que estas precauciones la ayudarían a mantenerse cuerda por más tiempo pero seguía extrañando las voces inofensivas, sin mancha ni punzones. ¿Pero dónde encontrarlas cuando el mundo entero estaba plagado de voces pecadoras?
Por eso, en la tercera estadía de Darius, Sakti cedió.
Volumen 7: El canto del Dragón
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