Fuego. Calor. La brisa cálida golpeando su rostro a cada vuelta que daba sobre sus talones, con los brazos extendidos y las chispas que brotaban de las llamas y danzaban junto a ella.
Su risa. El llanto de los familiares de las víctimas. El aliento contenido de sus padres mientras la veían carcajear.
Más, más, ¡más! Ardan, ardan, ¡ardan!
La niña se detuvo para contemplar la hoguera que ardía en pleno patio del Palacio, grande y majestuosa, con las figuras de cuerpos incinerados en el medio. Estaba tan molesta. Pensó que el sacrificio la haría olvidar los irrespetos de esos plebeyos, pero ahora… ¿qué sentía?
No lo sabía pero, por alguna razón, una brisa más fresca brotó desde alguna parte anónima, meciendo sus cabellos grises y haciéndole notar el frío en su cara. Porque la primera lágrima se había resbalado por su mejilla y las siguientes ya le nublaban la vista.
Enojo. Odio. Desesperanza. Tristeza. Locura.
Gritó y por un momento su alarido fue ambiguo. Pudo ser la continuación de su carcajada, el inicio del llanto o ambos, pero al final el equilibrio en la voz regresó, rió de nuevo e inició otra vez el baile, dando vueltas sobre sus talones, mientras repetía lo feliz que la hacía ver el sacrificio que se ejecutó por su orden y en su honor.
Fuego, fuego, fuego, llamas, llamas, llamas, ¡qué ardan y se consuman! ¡Que mueran y que…!
—¡… se condenen! —gritó Sakti entre sueños antes de despertarse.
Tercer volumen
Capítulo 13: Sangre mestiza
Fecha de publicación: viernes 07 de mayo, 2010
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