—Una transformación forzada —susurró Dereck—, una transformación incipiô.
Entonces Darius dejó de gritar. A causa de la oscuridad Dereck no podía apreciar todos los cambios, pero estaba seguro de que todavía distinguía una silueta aesiriana. Eso podía significar dos cosas. Primero, que la transformación ya había pasado y no era severa. O segundo, que apenas estaba iniciando y lo peor estaba por venir.
—¿Sabes, Dereck…? —preguntó Darius con una voz muy distante—. Ya no me siento tan mal.
El profeta levantó el rostro, y el Guardián sintió cómo las palpitaciones de su corazón aumentaban drásticamente. Los ojos de Darius seguían brillando con muchísima fuerza, pero incluso su impactante mirada mestiza perdía si se comparaba con su boca. Las comisuras de los labios se habían estirado por encima de las mejillas hasta llegar a las orejas, y todos los dientes de Darius parecían haberse convertido en colmillos puntiagudos tres veces más grandes.
—Todo el dolor se ha ido pero… de repente… —Dereck tragó saliva al notar cómo la mirada de Darius cambiaba. No era la del muchacho tranquilo que conocía, sino la de alguien más—… tengo muchísima hambre.
El canto del Dragón: ¡Terminada mi séptima novela!
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El canto del DragónEs hora de que los Dragones elijan un camino para que el
mundo empiece a avanzar sin ellos. Sin importar lo que elijan, los tres
jueces ...
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