—¡Adad! ¡Mira lo que he hecho! ¿Te gusta? ¿Verdad que las llamas tienen un bonito color? —Su hermano no le responde, al menos no de inmediato—. ¿No te gustan?
—Estás llorando —dice él mientras se agacha delante de ella—. ¿Fueron malos contigo? —Y entonces sabe que ya no tiene por qué aguantarse más. Se acerca a él y deja que la abrace, que la proteja mientras ella llora las lágrimas silenciosas que solo se atreve a llorar delante de él—. Sí, las llamas son preciosas, Allena. Hermosas.
«No, ese no es mi hermano».
Mientras la abraza, Adad mira a alguien al otro lado de la pira. Son Istar y Velmiar, que observan a sus hijos ahora sin miedo, pero tampoco con amor. Más parece que les tienen lástima o que sienten vergüenza por ellos.
«No, ellos no son mis padres. Ellos ya están muertos».
El canto del Dragón: ¡Terminada mi séptima novela!
-
El canto del DragónEs hora de que los Dragones elijan un camino para que el
mundo empiece a avanzar sin ellos. Sin importar lo que elijan, los tres
jueces ...
Hola, Angela
ResponderEliminarQuería invitarte a leer este nuevo blog que hemos desarrollado junto a un grupo de amigos, lectores y (ojalá) futuros escritores de fantasía.
http://fantasiaustral.blogspot.com/2010/10/cuento-corto-adolf-por-javier-maldonado.html
El último cuento subido es mío. Ojalá les guste.
Saludos