Darius perdió por completo el habla. La furia inicial de la acusación se convirtió en total desconcierto, pues sabía que lo que Merkaid decía era verdad. Fue él quien se cerró a Adad. Lo consideraba un chico egoísta e inestable, pero esa no fue la razón por la que no entabló con él conversaciones más largas que un saludo formal y alguno que otro comentario sobre el clima. Desde el inicio estableció una barrera invisible entre él y Adad, pues consideró que si el chico estaba dispuesto a hacer alianzas a escondidas del Emperador se debía solo a su propio interés. Así que, de naturaleza, era igual a todos los demás perros del gobierno.
Pero ¿acaso Sakti no estaba haciendo lo mismo que Adad? ¿En qué momento consideró que la princesa solo estaba haciendo lo que su hermano mayor le pedía y que, por tanto, era inocente en todo el asunto? Ahora sabía que Sakti actuaba según sus propios intereses o los de aquellos a los que quería. Era tan astuta como su tío y jugaba igual de sucio que él. Si esa era una característica que detestaba tanto de los Aesir, ¿por qué era todavía amigo de ella? ¿Quizá porque la muchacha era vital para que él consiguiera lo que quería, que era salvar a Zoe? ¿En dónde estaba la línea divisoria entre la amistad y el interés propio? Estaba seguro de que quería a su amiga, pero mentiría si dijera que era porque la consideraba distinta a los demás Aesir. Sakti era igual a sus primos y tíos. Quizá incluso peor.
El canto del Dragón: ¡Terminada mi séptima novela!
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El canto del DragónEs hora de que los Dragones elijan un camino para que el
mundo empiece a avanzar sin ellos. Sin importar lo que elijan, los tres
jueces ...
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