Y yo que pensaba que podría descansar. Pero no, qué va. Qué ilusa haber creído que dos semanas serían suficiente tiempo para descansar, disfrutar, recargar baterías y hacer bulla por estos lados. Dos semanas han pasado y aún estoy agotada. Heme aquí, frente a la computadora, intentando hacer lecturas para un curso y un esquema para otro.
Los cursos de verano apestan.
Mientras tanto, todavía hay viento de diciembre por aquí y el móvil en mi ventana suena bonito por como lo mece el viento. Los dos se ríen de mí, el móvil y la brisa. Para cuando salga de clases -ya graduada, Dios primero-, el viento de diciembre se habrá ido y quizá tampoco haya sol para tener la ilusión de que tengo vacaciones. Pero quién sabe... tal vez tenga suerte.
Bueh, voy a hacer lo que hago mejor cuando estoy en clases: ignorar los deberes. A ver si puedo preparar algo para la casita virtual. Para los afortunados que todavía siguen en el mundo mágico de las vacaciones más largas del año, que la pasen bien. Malditos afortunados, ¡cómo los envidio! ¬¬
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