Entonces vieron cómo en una de esas nubes, la que estaba justo encima de ellos, empezaba a brillar un punto de luz roja que crecía a cada segundo. En medio del vapor gris de la nube se distinguía, además, los contornos de una estructura de metal y mármol, así como un enorme círculo justo en el centro de la base. Ese era el cañón.
—Va a disparar de nuevo —dijo Zoe con voz quebrada. Ese era el fin.
—Kardan, Allena… —musitó el Emperador, todavía con la mirada fija en los trozos de mármol que levitaban sobre su cabeza—, lo siento, pero necesitaré su ayuda.
Entonces el brillo de las runas se hizo más fuerte y tanto Sakti como su primo vieron formarse un círculo a sus pies. No podían moverse. Era como si hubiesen echado raíces. La luz electrizante aumentaba más y más y, justo cuando el castillo flotante disparó, Masca pidió más poder de los Aesir.
El canto del Dragón: ¡Terminada mi séptima novela!
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El canto del DragónEs hora de que los Dragones elijan un camino para que el
mundo empiece a avanzar sin ellos. Sin importar lo que elijan, los tres
jueces ...
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